OJOSDEPEZ ESTRENA ACUARIO NUEVO... Nuevo Sitio web - www.ojosdepezonline.com.ar

Hola gente... Estamos felices, ESTAMOS DE ESTRENO... Desde ahora en más, para los despitados que siguen entrando a ésta dirección, les avisamos que tenemos acuario nuevo: www.ojosdepezonline.com.ar

Ahí los esperamos con lo de siempre y un poquito más. Allí también van a encontrar todo el archivo de OJOSDEPEZ, desde el principio, mucho más ordenado....

Desde ya que jamás olvidaremos éste que fué nuestro primer charquito...

OJOSDEPEZ

CRÍMENES PERFECTOS

PALABRAS:
CRÍMENES PERFECTOS
Cristián Lagiglia
MÚSICA:
DE QUÉ...
Hernán Pesce - Cristián Lagiglia



CRÍMENES PERFECTOS


Su mano se hundió en los márgenes de un vestido rojo sangre cuyo escote trasero llegaba hasta donde comienzan las ansias. Él examinó todos los ojos de alrededor menos los ojos de ella, esos ojos ya eran de él, de su propiedad y solo lo podían mirar a él.

La quería tanto, tanto.

Se lo decía a cada rato. Por teléfono, en papelitos con pretensiones de cartas que dejaba en la mesita de luz, cuando la tenía enfrente.

La cuidaba tanto, tanto.

Siempre estaba atento a sus necesidades. Todo lo que ella lanzaba al aire como un suspiro para él se convertía en una orden, en un objetivo.

Siempre encontraba las formas y los momentos para estar encima de ella para asegurarse de que era feliz a su lado, de que no necesitaba a nadie más que a él para vivir su vida.

De a poco su trabajo fue quedando relegado porque ella se convirtió en un trabajo a tiempo completo que él hacía con gusto y también a destajo.

Empezó a recortar paulatinamente sus relaciones sociales porque comprendió que le robaban un tiempo precioso que solo quería tener para poder brindárselo a ella.

Se empezó a reír cada vez menos porque su única preocupación era que ella estuviera sonriendo, que se sintiera plena, que sus gracias fueran las únicas gracias que a ella le iluminaran el rostro.
Y una noche, esta noche, lo invadió una sensación terrorífica de miedo, de pavor palpable, el miedo atroz a perderla. Y se angustió hasta ahogarse en lágrimas ciegas sordas y mudas, mientras seguía bailando, escrutando a cada uno de los ojos amenazadores de los hombres que bailaban a su alrededor.

Se angustió al pensar que qué sería de la vida de ella sin su amor, sin su preocupación, sin su atención, sin su obsesión y ese miedo lo volvió loco.

Tomó su rostro con ambas manos, mirándola fijo a los ojos y sin decir una palabra, se aseguró y le aseguró que nadie en este mundo podía amarla como la amaba él.

Y esa noche que todavía era noche, después de la fiesta, mientras ella se acostó plácidamente en la cama que compartían y se aprestaba a soñar los sueños que él le había proporcionado, deambulando inconsciente en el limbo que él le había creado, ella se quedó dormida.

Él, tirado a su lado, contemplando con vanidad el universo que había elaborado en la persona de ella, pensó que ningún miedo se la podía arrebatar y que ella sería para siempre de él y de nadie más.

Y advirtiendo que ése miedo era el único flanco que había dejado sin cubrir, tomó el cuchillo y se lo enterró en el medio del corazón.

Y así otras treinta y dos veces más hasta asegurarse, y asegurarle, que nadie la podía matar como lo había hecho él.