SO WHAT?

PALABRAS:
SO WHAT? - Cristián Lagiglia
MÚSICA:
HUNTING HIGH AND LOW (A-Ha) - Hernán Pesce - Versión acústica 2010




SO WHAT?

Se miraron a la distancia, se alcanzaron a divisar a través de un rascacielos de discos que de un momento a otro se convirtieron en un detalle menor.

La distancia que los separaba era de siete baldosas, pero a simple vista, para ellos, era caer en un esfuerzo mayúsculo para sus cuerpos, tan ajetreado por la vida misma y la rutina diaria.

Se les dibujó una sonrisa en la cara al reencontrarse después de un día agotador y emprendieron la marcha.

Las baldosas se iban extinguiendo debajo de sus pasos y en ningún momento se sacaron la vista de encima.

En el camino cada uno en su mente fue paladeando los deseos que querían compartir, los proyectos que los iban a encontrar uno al lado del otro, las batallas por pelear que la vida les iba a ir arrojando a medida que fueran despuntando el vicio loco de vivir.

Los dos corazones latían como si fuera uno solo. Latían con el mismo sentimiento, ése, el de encontrarse después de tanto tiempo, de tanta lucha, de tanta perseverancia, de tanta espera.

Cada uno, a su vez, esperaba ansiosamente poder darle al otro lo que llevaba guardado en el alma y que solo lo hicieron crecer durante todo este tiempo que no pudieron estar juntos para poder ofrecerlo como algo que solo nació para entregárselo al otro.

Y se hablaron sin idioma, se sintieron tan cerca que se borró de un plumazo la sensación de soledad que llevaban acumulando en las orillas del corazón, se saborearon, antes de chocarse, como se saborea la comida cuando está en vías de preparación.

Sin haber buscado nada acababan de encontrarlo todo porque sabían que solamente juntos iban a poder sentirse completos y ya sus bocas explotaron en una fiesta de risas que desbordaban los cauces de las comisuras.

El viento del ventilador, a sus espaldas, los acercaba a buen puerto y ya sabemos, cualquier puerto es buen puerto si estás con quién tenés que estar.

Al cabo de varios minutos en los que me liquidé dos cigarrillos y varios sorbos de vino, ellos consiguieron llegar a olfatearse, a mirarse fijo a los ojos, a degustarse en roces que convierten a la nada imposible en un todo perfecto.

En el aire sonaba So What? de Miles Davis y con una mirada cómplice y certera, las dos hormigas, en silencio, mientras se besaban, me lo agradecieron.


a quién corresponda.-

LOS DINOSAURIOS

PALABRAS:
LOS DINOSAURIOS - Cristián Lagiglia
MÚSICA:
IMÁGENES PAGANAS (Virus) - Hernán Pesce - Versión acústica 2010




LOS DINOSAURIOS


ESCENA I
: (cámara abierta en plano corto).

Matías (siete años) hace los deberes junto a su hermanito Ramiro (cinco años). Están solos en la casa, a las cinco de la tarde, y de fondo se escucha Radio U.T.N

ESCENA II: (voz de radio)

...en la Argentina existen 400 personas que son hijos de desaparecidos, desaparecidos o de paradero desconocido. Si naciste entre 1976 y 1983 y tenés dudas sobre tu identidad comunicate al 0-800-Vida y...

ESCENA III: (cámara en plano corto hacia Matías).

Matías mira de costado a su hermanito, se levanta de la mesa, se dirige hasta el teléfono, marca un número y espera que lo atiendan.

ESCENA IV: (cámara que toma de espaldas a Matías); (voz de Matías en off).

Hola, yo me llamo Matías y llamo porque escuché la radio.

Creo que mi hermanito Ramiro y yo somos hijos de desaparecidos.

Mis papás nunca están en la casa, nunca hacen los deberes con nosotros, nunca juegan con nosotros, nunca nos llevan a la plaza.

Antes nos contaban cuentos cuando nos íbamos a dormir y le rezábamos al angelito de la guarda y hace muchísimo que no lo hacemos más porque siempre dicen que están cansados.

Y cuando están en la casa lo único que hacen es quejarse por la plata, que no hay guita dicen todo el tiempo y insultarse entre ellos y insultar al gobierno con palabras rerefeas y a nosotros nunca nos dan ni bolilla...

ESCENA V: (cámara que se aleja haciendo plano largo).

FIN.-

A veces ser y no estar realmente, es como ser un desaparecido.

YA SE LO QUE QUIERO... ¡Y LO QUIERO YA!

PALABRAS:
YA SE LO QUE QUIERO... ¡Y LO QUIERO YA! - Cristián Lagiglia
MÚSICA:
BLACK (Pearl Jam) - Hernán Pesce - Versión en vivo - Adiós Vacas (2003)




YA SE LO QUE QUIERO... ¡Y LO QUIERO YA!

Parece ser que cada carencia arraigada en nuestro ser estimula en nosotros una contra ofensiva dual.

Podría ser que generamos el anticuerpo necesario para salir en la búsqueda de lo que carecemos y en otra situación, en otra dimensión de nuestro ser, hacemos de cuenta de que no necesitamos cubrir esa carencia y que podemos deambular sin más prolegómenos por los grietas de la vida sin eso que nos falta.

El problema no es el accionar (tanto uno como el otro), el problema es el conocimiento de la existencia de esa carencia.

La ignorancia nos cubría con una manta confortable de inocencia y al destaparnos fuimos conscientes de que algo nos faltaba y perdimos para siempre la inocencia que nos provee la ignorancia.

Fuimos conscientes. Supimos.

Escuchando la bellísima canción de Sabina que se llama Contigo, adhiero, en silencio, con cada uno de sus versos en los que explica, reclama, deja sentado, en una sutil letanía, todo lo que no quiere en una relación de pareja.

Esa sí que es una visión intensa, es un paso hacia delante el saber qué es lo que no se quiere como un camino enrevesado que nos puede llevar hacia lo que realmente se quiere.

Toda esta montaña que formaron sus palabras en mi se cae como un frágil castillo de naipes cuando Chaco me cuenta que haciéndole escuchar la misma canción a su pequeña hijita llamada Zoe, ella, muy sueltita de cuerpo le dijo, palabras más palabras menos, que por qué en vez de decir todo lo que no quería, por qué mejor no decía lo que realmente quiere.

¿Qué poder tan poderoso, valga la redundancia, y práctico anida en la visión de un niño?

Pienso que ella usa esa practicidad amparada en la inocencia a la que ya desmarcó de la ignorancia (sabe que diciendo lo que quiere, no hace falta que diga lo que no quiere).

Encontró un camino directo y visceral, que de mantenerlo así, le ahorrará en su vida un tiempo precioso en poder conseguir lo que quiere, en el peor de los casos.

Intento por todos los medios volver a ponerme en la situación de ver las cosas de una manera sencilla, práctica, inocente (cosa que puedo intentar hacer porque en algún momento lo habré hecho tan fácil como Zoe) y me encuentro con las trampas que me he ido tejiendo a mismo con paciencia de orfebre a lo largo de todo este tiempo que llevo viviendo.

¿Tan difícil puede llegar a ser volver a ser el que fui siendo quien soy ahora?

Ni la menor idea, pero empiezo a bajar escalones de mi mismo en busca de las respuestas que viven en mí y que he tenido la precaución de dejar guardadas para cuando la situación lo amerite.

Y ahora lo amerita de sobremanera.

Me cuelgo mirando una pareja que desayuna en mi McDonald’s a dos mesas de la mía y trato de imaginar que piensa él mientras le pone azúcar a su café y qué pensará ella mientras deshoja el diario con noticias de ayer.

No hay comunicación fehaciente entre ellos y sin embargo a mí, el tercer ojo de la escena, me están comunicando muchas cosas que no quiero para mí mismo.

Activando el cuarto ojo, el que me enseñó Zoe, los impulso a los dos en mi imaginación a que se besen, a que se toquen, a que se miren, a que se vuelvan a reconocer en ese metro cuadrado que es su marco de referencia.

En mi mente consigo que ella deje el diario y le revuelva el café a él y consigo que él la mire con la ternura que da sentirse parte de alguien.

Me doy cuenta de que los estoy utilizando en mi película imaginaria para lograr el objetivo de lo que quiero que me suceda a mí. También me doy cuenta de que mi imaginación no logra modificar nada de los universos en los que se entromete (si no, hubiese encontrado el billete de cien pesos que me vine imaginando durante todo el camino hacia aquí) pero me dejó una sensación de satisfacción usarlos como actores de lo que yo quería para mí.

No contento con la escena que tejí en mi mente con ellos actuando mi propia película, abandoné mi mesa y con muchísimo respeto me acerqué a ellos dos para contarles este delirio.

Por supuesto que la cara de sorpresa y de orto con la que me miraron estaba más que justificada (sobre todo la de él), hasta que ella distendió la tensión de la situación confesando, sin mirarlo a él, que hacía unos instantes estaba recordando cómo eran los desayunos que antes tenían, donde hacían exactamente lo que yo les hice hacer en mi mente.

Él bajó la guardia, me invitó a sentarme a su mesa y durante un largo rato charlamos como viejos conocidos sobre la indiferencia, el deseo, la costumbre, la desidia, la monotonía, el querer retroceder el tiempo y todas esas cosas que se hablan cuando se habla de amor.

Al cabo de un rato y de saborear la repetición de nuestros cafés, me levanté y me despedí de Eduardo y Soledad y agarré por San Martín para abajo con más certezas que dudas en cuanto a lo que quiero para mi vida.

Al darme vuelta para que una leve brisa no apagara la llama de mi encendedor, prendí mi Philip Morris y al levantar la vista los vi en su mesa, con los cafés y el diario a un costado y abrazándose y besándose como fue un principio...ahora y siempre.

Tiré mi primer bocanada de humo y sonreí, en silencio le agradecí a Zoe por enseñarme el camino de vuelta hacia mí mismo y me fui tarareando ése hermoso estribillo de Joaquín que dice: “...y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres...porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren...”

Nada más que eso quiero.


UN AÑO NADANDO CON LOS OJOS ABIERTOS - UN AÑO EN LA VIDA DEL PEZ

UN AÑO NADANDO CON LOS OJOS ABIERTOS (Cristian Lagiglia)
UN AÑO EN LA VIDA DEL PEZ (Hernán Pesce)

UN AÑO DE MÚSICA... Y MÁS....


UN AÑO NADANDO CON LOS OJOS ABIERTOS
(Cristian Lagiglia)


Una noche de otoño, abrí el ventanal
(que apuntaba a la libertad) del sucucho de Beltrán y después de prenderme un Philip Morris, hice añicos una poesía que había escrito y que fue a parar al techo de enfrente, donde también iban a parar las colillas de los fasos que se terminaban.

Ahora no recuerdo que tenía escrito ése papel, pero sí recuerdo la angustia que me dio seguir escribiendo eso que estaba escribiendo. Luego de pensarlo un rato y tomándome un vinito para que la idea fluyera, me quedé pensando en Mariela y me imaginé una historia medio fantástica (porque ella también es medio fantástica) en la que ella encontraba a su sombra después de un tiempo muy largo. Con la sombra de tu aliado fue la primera historia que escribí y eso le dio paso a otra, y a otra y a otra y como que fue un modus operandi, ayudado por una cantidad abrumadora de cigarrillos, de vino de procedencia dudosa, de Piazzolla, Miles Davies y Spinetta, me quedé escribiendo hasta las once de la mañana del otro día y luego caí directamente al piso desde la silla roja (que dicen que estaba maldita).

Cuando recobré la conciencia y leí lo escrito y me encontré, a mí mismo, de cuerpo entero en lo que había escrito, me acerqué al ventanal, prendí otro faso y vi el papelito con la poesía tirada en el otro techo.

Eso me dio dos disparadores, uno de que ya me encontraba muy a gusto escribiendo historias (ésa noche escribí once de ellas, algunas ya las han leído) y que no quería nunca más escribir poesía y el otro disparador fue pensar que podía hacer un blog en donde aparecieran mis historias.

Juro que lo intenté, juro que le puse todos los huevos para hacerlo, pero muchos saben que yo no distingo bien el mouse del monitor, mucho menos iba a poder hacer un blog. Justo cuando ya estaba desistiendo de la idea, por esas cosas maquiavélicas que tiene el destino, en el ramdom que estaba haciendo mi Winamp por sobre los cinco mil temas que tengo guardados en mi máquina, justo se vino a clavar en una canción que cantaba el Sr. Hernán Pesce.

Más allá de dejar todo lo que estaba haciendo para escucharlo cantar al Gordo, me vino a la cabeza que hacía mucho que no sabía nada de él y que él sabía mucho menos de mí y me dieron ganas de escribirle y contarle cosas. Mientras escribía el mail, por esas cosas del destino, tres veces más cayeron canciones de Hernán y me di cuenta automáticamente que me era un placer mayúsculo escribir con su voz de compañía. Y ahí arrancó mi idea de que si iba a hacer un blog, primero me lo tenía que diseñar él, pero no había manera de que aceptara hacerlo si él no aceptaba cantar en cada una de las entregas.

Digámoslo abiertamente, no hubo que rogarle mucho, al toque se prendió con la idea y cuando me preguntó cómo se iba a llamar, y yo le dije que me gustaba OJOSDEPEZ (a causa del creciente insomnio del cual padezco desde hace varios años), y él me dice que uno de los nombres que había barajado para uno de sus proyectos de canciones era FISHEYES (o sea, lo mismo, pero en inglés, de careta que es, nada más). Yo, que no creo en casualidades, me dije que esto no podía ser otra cosa más que la obra del destino y después de ajustar los cabos de pensar que los dos somos piscianos y que él de apellido se llama Pesce, bueno, no hubo mucho más que discutir. Así arrancamos.

Ayer le contaba a Ale (mi otra mitad) que si hoy se terminara OJOSDEPEZ para siempre estaría más que contento, porque el viernes conseguí que el lector más importante que tengo, que es Fede, se pusiera a llorar de emoción frente a la computadora y cuando se levantó me abrazó como nunca lo había hecho y eso para mí, ya es misión cumplida.

A lo largo de las historias me encontré riéndome a carcajadas por las boludeces que se me ocurrían, me encontré llorando de emoción, de pena y dolor, me encontré viviendo en cada uno de los relatos una vida que me gusta vivir a diario, me reencontré, gracias al blog, con personas que hacía mucho que había perdido (Guille y Pao Palmero, el Turco Ganum), conocí a otras personas maravillosas y que tienen una valor incalculable en mi vida como Poli Impellizieri, Laura Schuster, Pato Cunietti, Caroo Valdelolmillos, Heliana Parnisari, los chicos de Manzana Latente y sus talentos inmensos (Luigi Guiñazú Fader, Flor Silva & Gus Giordano) y gente a las que todavía no conozco pero que con sus comentarios y mensajes me han hecho un lugarcito en sus corazones como Mariano Reginato, Martín Cónsoli y por sobre todo, la luz guía y protectora para los que extraviamos el camino a propósito de Polichinela Madrina ( un ángel que me cuida y me protege en esta ciudad).

Este lunes no hay historia, y sin embargo, me encuentro contándoles la historia de cómo empezó esto y el placer sublime que me da hacerlo y festejar su primer añito de vida (¡el único balance que me arrojó superávit...en años!) y mientras tiro un papel con algún escrito intrascendente como si tirara una moneda a la fuente, cierro los ojos y en vez de pedir un deseo, agradezco a cada uno de ustedes, los que leen y escuchan, por estar ahí detrás de un monitor y hacernos un lugar en su universo y agradezco infinitamente contar con mi hermano Berni para seguir haciendo esto, porque entre nosotros, (no se les ocurra contárselo, por favor)...él es la aleta talentosa de éste pez que lleva un año nadando, con los ojos abiertos de par en par, desde la nada hacia la eternidad.

Gracias infinitas.

Cristián Lagiglia.-



UN AÑO EN LA VIDA DEL PEZ
(Hernán Pesce)

NO SÉ ESCRIBIR (no se lo digan a nadie, y menos al Negro... pero para mí es más fácil abrirle ese puto paquete de galletas que escribir algo...)

Siempre me costó eso de plasmar emociones en un papel... siempre me resultó más fácil identificarme con cosas escritas por otros y hacerlas mías... No es que tenga problemas con ello, pero es como una deuda pendiente conmigo mismo.
No hay nada que hacer: me siento más cómodo con las manos ocupadas y un micrófono en la boca (ops... que feo sonó...)

No tengo problemas de gramática, soy bastante bueno con la ortografía (abanderado en 6to grado... después, el barco empezó a hundirse....), pero siempre fué un tema complicado para mí... escribí muchas cosas para mi banda anterior a LVS, en inglés (de careta nomás, como dice el Tonto...) pero nada demasiado desde el corazón...

En el 2003 cambié el Otoño en Mendoza por “le notti magiche di un'estate italiana” y la música fué todo lo que tuve para aferrarme a los míos...

Finalmente llegó el 2007, como una bisagra en mi vida, y supe que venía Isabella... se dispararon todas las alarmas del corazón y sentí (lo juro) que volvía a tener VOZ.

Hasta aquel momento había compuesto una cantidad tremenda de material, pero no terminaba de convencerme, no tenía banda y tampoco me esforzaba demasiado por tenerla... Escribía letras en inglés, y todo era un poco como decirme a mí mismo “macho, después de LVS, es inútil pensar en tocar con alguien más”...

Meses antes de venir al mundo Isa, la cosa tomaba forma... Surgió SONGS FOR OUR SONS (algo así como “Canciones para Nuestros Hijos”), con versiones que recorrían todo un mundo de música, MI mundo de música: desde The Clash hasta Peter Gabriel, pasando por Pearl Jam, Foo Fighters, Jeff Buckley y demás...

Era ( y sigue siendo) mi intento épico, casi desesperado, de que nuestros hijos se mantengan alejados de Britney Spears y Lady Gaga... Que nadie diga que no lo intenté... Lo colgué para que la gente lo escuchara y tuve más de 500 descargas...

Isa pasó gran parte de su estancia en la panza de La Negra escuchando esa música, escuchando a su padre...

Ya en Barcelona había logrado que otros escribieran por mí... Así nacieron varias canciones en colaboración con Niko Barboza (And now... es una letra de él, entre otras), y así me animé a escribir mi propia historia para mi propia música...

El primero en leer esas cosas fué, claramente, mi amigo El Escritor, que ya tocó mi fibra emotiva años atrás con una poesía llamada 4 Reyes.

Precisamente él me habló de OJOSDEPEZ, yo le hablé de las coincidencias y ahora estamos celebrando un año en la vida de nuestro “bebé”.

Isa viene, Isa va... y levita sobre la arena y roza con su piel la sal de nuestras vidas.
Flota y me enseña día a día que ELLA ES la gran poesía de mi vida, la mejor letra, la mejor historia, la mejor canción que jamás haya escrito. ISABELLA ES MI MEJOR VERSIÓN ACÚSTICA DE LA VIDA....

Y OJOSDEPEZ aprendió solito (que pez talentoso...) a ser ese canal emocional que nos salva semana a semana de nuestras propias dudas, miserias y miedos... y de nosotros mismo...!

OJOSDEPEZ es el “Keith Richards” de los peces, la mezcla perfecta entre el hippie y el aristócrata (¿quiés es quién? no lo sé...), el que sale a la superficie un día y al siguiente puede hundirse sin más...

Leo todos los comentarios, con impaciencia; canto las canciones con ese nudito en el estómago que me recuerda la sensacional droga que es subir a un escenario y los nervios que eso implica...

Es por eso que no tengo otra cosa que decir más que GRACIAS, porque es tiempo de vuestras vidas gastado en leer y escuchar a 2 tipos que (si, es verdad...) lo hacen desde el corazón...

PAZ, AMOR Y BUEN ROCK PARA TODOS

Hernán Pesce.-

SEMILLA 99

PALABRAS:
SEMILLA 99 - Cristián Lagiglia
MÚSICA:
CORAZÓN DELATOR (Soda Stéreo) - Versión acústica - 2010




SEMILLA 99

Flaco, creo que las historias hay que contarlas desde el principio y la verdad, no tengo que esforzarme mucho para recordar el primer día.

Iba saliendo de laburar de The Sportsman, al mediodía, me quedaban diez cigarrillos y me crucé hasta el kiosco a comprar un atado más (creo que te conté que en esa época fumaba casi cuatro atados diarios). Me prendí un pucho para el camino, me prendí otro en el auto y cuando me faltaban unas diez cuadras para llegar al shopping para pasar a buscar a tu madre por el trabajo casi me prendo el tercero. Me distraje dando vuelta el cassette de Blues Local de Pappo y con el cigarrillo sin prender colgando de la boca y mientras sonaba Longchamps Boggie, levanté la vista y vi a tu vieja paradita donde siempre me esperaba, pero esta vez estaba oculta detrás de una sonrisa que jamás le volví a ver. Ya me faltaban cincuenta metros para llegar y creéme que al ver ésa sonrisa el cigarrillo se me cayó de la boca y automáticamente metí la mano en el bolsillo del saco y agarré los atados de fasos y los tiré por la ventana antes de que tu mamá se cruzara corriendo la calle y me dijera lo que yo ya sabía desde que le vi la sonrisa. Yo iba a ser papá.

Así arrancamos, hermano, hice la promesa instantánea de que si nacías sanito (y te parecías a mi) yo no fumaba más. Nueve meses la aguanté, nueve meses exactos en los que te vi crecer de a poquito en la panza de mamá, en la que casi me muero de la alegría cuando en el Instituto Ginecomamario me hicieron ver la primera ecografía y sentir los caballos salvajes de los latidos de tu corazón. Muchas veces cuando tu vieja dormía yo te ponía los auriculares del discman con Piano Bar de Charly, After Chabón de Sumo o un compiladito que me había hecho del Flaco Spinetta y soñaba que las notas musicales y lo que cantaban mis amigos te llegaba por el alma de tu vieja con la firme intensión de que te llegara antes esa información en forma de canción, sin la necesidad de que pasaras por Arjona (que era lo que escuchaba tu mamá). Nueve meses inmensamente felices e interminables en los que íbamos al médico y nos decía que todo estaba bien, en tiempo y forma, y yo estaba albergando la ilusión de que nos dijera que ibas a nacer sietemesino, cosa de verte un rato antes, de ansioso, nomás.

Una noche, de un frío de cagarse, me tiré en el sillón para degustar un show de Lenny Kravitz que hacía tres meses venían anunciando y vi a tu vieja venir por el pasillo con el notición de que ella sentía que ya venías. Te tengo que confesar que manipulé la situación lo más que pude, con trabajos de respiración y haciendo de cuenta que buscaba boludeces para llevar al hospital con tal de ver el show entero y que tu vieja me dejó hacerlo haciendo de cuenta de que no se daba cuenta.

Nueve horas después la perdí de vista a tu vieja en la camilla que la llevaba a la sala de parto y yo ya estaba vestidito de verde pelotudo, traicionando mi firme postura de no entrar al parto, pero que se le va a hacer, me dejé ganar por la emoción y me senté en un banquito esperando que alguna enfermera me indicara de que ya podía entrar.

No sé donde leí eso de que el destino escucha solicitudes...después decide.

Nunca pude entrar a verte nacer porque se te ocurrió la genial idea de cruzar el bracito por sobre tu cabeza, cuando todavía estabas adentro de la panza y te pasaste de largo como tres horas en el parto y yo sentía en el pasillo, sin saber absolutamente nada, como peleaba con todas sus fuerzas tu vieja para que te vinieras de una buena vez a la vida. La hiciste mierda, la dejaste sin un gramo de energía y al cabo de unos minutos nos dijeron que habías nacido depresivo grave y que te llevaban directo a la incubadora de neonatología porque tus reflejos no eran los adecuados.

Creéme que fueron los peores tres días de mi vida y te voy a contar algo que siempre guardé en mi como un ejemplo de admiración.

Tu vieja tenía más puntos (de sutura) que River, que ese campeonato iba puntero absoluto, y a las dos horas de haber peleado como una bestia por tu ocurrencia, la vi caminar como podía, arrastrando los pies, doliéndole todo, los veinte metros que separaban la habitación de ella de tu incubadora para darte la teta sin emitir una sola queja y con unos huevos (ovarios en este caso). que jamás le vi a nadie tener. Creo que por eso yo la voy a amar toda la vida, como se ama a alguien que se juega la vida por alguien que ama y ella se la jugó, pulso a pulso, por traerte a mi mundo, deuda que en la reputa vida yo le voy a poder pagar (pero no le digas nada que te conté...a ver si se acuerda y me lo cobra)

Yo, que ya había vuelto a fumar como un escuerzo, me iba por el ventanal de neonatología que daba al patio y me quedaba mirando a través del vidrio horas enteras en las que les decía a todos que me iba a casa a descansar. Miraba para adentro y fumaba y trataba de adivinar cuál de todos esos angelitos eras vos, porque no se veía una mierda y el frío de afuera te destrozaba las ansias.

La segunda noche, de tanto hacerle el filo, una enfermera me dejó entrar para poder verte. Estuve llorando como un boludo, sentado al lado de tu incubadora, y prometiendo cosas que después, seguramente, no cumpliría y viéndote lleno de cables y cintas que se pegaban a tu transparente piel y de esa noche, de esa situación, debe haber nacido en mi la sensación de desear que todo lo malo de este mundo que te pueda pasar, mejor que me pase a mí. Hasta que entre un suspiro y un sollozo, me agarraste desprevenido y estirándote en un reflejo traicionero, le metiste una patada increíble a la puertita de la incubadora y la abriste de par en par y a mí casi me da un paro cardíaco. Entendí, en ese momento, de que al fobal ibas a jugar seguro (le diste de taco a la puertita, je) y que con vos, nunca más me iba a crecer el pelo de los sustos que ibas a dar.

Al tercer día, cuando ya no aguantaba una hora más en el laburo, mientras me fui a fumar al baño, me quedé pensando en el Yayo Federico y en silencio le pedí que me tirara una onda porque ya no podía aguantarme más la ansiedad de verte sano y salvo y para que me diera fuerzas para sobrellevar el mal momento. En eso entró Valentín y con su habitual delicadeza me dijo, “Negro, pelotudo, te llaman del hospital, están por sacar a Fede”.

Si existe, solo Dios sabe que tardé en llegar nueve minutos al Hospital. Si existe, solo Dios sabe que en silencio, cuando te tuve por primera vez en mis brazos y vos abriste esos ojitos que todavía no veían nada, yo te dije telepáticamente: “vos y yo juntos, para siempre, en las buenas y en las malas, contra todos los que rayan”.

Ése mismo día entendí de que yo ya no iba a ser nunca más yo sin vos, entendí para que me había venido a la vida, entendí que todo lo anterior que había vivido era solo un ensayo para el estreno de esta nueva vida que me acababas de dar.

Y, chabón, ése es el principio de la historia, que en pocas horas va a cumplir once años. Entre medio pasaron dos millones de cosas que calculo que te iré contando y me harás ir haciendo recordar en cada una de las tantas veces que nos sentemos, frente a frente, a tomar el café con leche en nuestro McDonald’s, tengamos los años que tengamos.

Pero te quiero aclarar algo, no solo vos estás de cumpleaños, yo también lo estoy, porque por más que mi vieja me haya parido hace treinta y ocho jóvenes años...en mi alma, en mi cuore, en mis entrañas, en mi sangre...yo siento que nací el día que naciste vos.

Feliz cumpleaños, hijo, sabés que te amo con todo lo que me da el corazón. Que estés sonriendo...


a Federico Uriel Lagiglia

(porque hace once años que late y me obliga a seguir latiendo)