CON LOS OJOS CERRADOS

PALABRAS:
CON LOS OJOS CERRADOS - Cristian Lagiglia

MÙSICA:

Caballo en el Agua
(Las Vacas Sagradas)
Versiòn acùstica 2009 (Hernàn Pesce)




CON LOS OJOS CERRADOS


Contuvo el aliento, cerró los ojos y esperó el sonido del silbato del árbitro para el comienzo del partido.

Ese instante, que para todos dura apenas unos segundos, a él se le hicieron eternos, como cuando esperás por alguien que sabés que no va a venir nunca.

Cuando por fin sucedió, sintió el contacto de la pelota en su pie derecho y se le iluminó el alma, soltó el aire de sus pulmones y arrancó con los ojos cerrados y con la pelota imantada a su pie derecho, con boleto de ida, hacia el arco rival.

Percibió como el volante derecho de los contrarios se le venía al humo como un sicario, entonces, tomando una pausa leve en su carrera, esperó a que se acercara y cuando lo tuvo muy cerca, arrancó de nuevo y lo dejó pagando, caliente y desorientado, como cuando hacés una fila de una hora en el Banco para pagar algún impuesto y el cajero te dice que ése Banco no recibe ése pago.

Con todos sus músculos en perfecta armonía y ahora ante la presencia del número cinco, una especie de patovica de pelotero (cero altura toda anchura), le apuntó al medio del cuerpo y el otro se relamió pensando que con solo tocarlo iba a hacer volar al Sapo Martín por los aires.

Error, El Sapo quebró la cintura, amagó para la derecha y salió hacia la izquierda (quizás por su preferencia política) y le pasó por el costado viendo como el cinco lo miraba pasar sin entender como lo había hecho.

A la tarde parecía que la habían comprado ése mismo día y que acababan de sacarles los nylons porque tenía un sol radiante que solo quería llamar la atención y fue ése sol el que le dio con uno de sus rayos en el medio de los ojos y aunque los tenía cerrados, se hizo visera con la mano y apuntó directo hacia donde lo estaban esperando los dos marcadores centrales.
Cuando llegó hasta los dominios que estos dos custodiaban, ni una sombra de duda le nubló la mente y los encaró por el medio, como quien tiene la confianza de poseer un free pass para el boliche que nunca te dejan entrar.

Uno de ellos quiso detener su carrera, estiró su brazo y su pierna infructuosamente y no llegó ni siquiera a rozarlo.

El otro directamente le apuntó con un patadón resuelto a la pierna donde El Sapo llevaba encadenada la pelota y en esa estirada del defensor, totalmente desarmado por el esfuerzo, El Sapo esquivó la patada del criminal (con la elegancia del que elude la mirada de la más fea del baile para sacarla a tirar unos pasos), y le tiró un caño que hizo rugir a toda la hinchada.

A diez centímetros de entrar al área, levantó la vista y vio como se le venía el arquero abriendo sus brazos como si quisiera abrazarlo después de tanto tiempo de no verse y empezó a abrirse un poco para la derecha, para evadir la calurosa bienvenida y buscar un mejor ángulo para definir.

El arquero acompañó con su cuerpo la diagonal de El Sapo y casi ya lo tenía de frente cuando éste frenó en seco su carrera y cambió súbitamente de dirección, y el arquero pasó de largo como las viejas que van arriba del 104 en hora pico y el chofer frena sin calentarle nada.

El arquero quedó desparramado en el medio del área como el flan que se te cae al piso y se quedó con ganas de darle ése abrazo que le había prometido.

Ya sin ninguna resistencia a la vista, con el arco a su disposición y todavía con los ojos cerrados, El Sapo acarició a la pelota con el borde interno del pie derecho y la despidió como se despiden los amantes clandestinos en la puerta del zaguán.

Cuando la pelota estaba por cruzar la línea de gol y a El Sapo se le llenaba la boca de alegría y grito desaforado, le tocaron el hombro y no tuvo más remedio que abrir los ojos.

-¿Sapo, me das fuego?, ya está por empezar el partido y estoy más nervioso que cuando me casé...

Buscó en uno de los bolsillos de la campera (la de la cábala) y le acercó el encendedor para que el otro prendiera el cigarrillo.

Miró, desde la mitad de la popular donde siempre se ubicaba, hacia el centro de la cancha y parecía que el árbitro por fin iba a pitar.

Volvió a cerrar los ojos y esperó esos segundos eternos para que empezara el partido.

Unos metros más abajo, Dieguito, su hijo, jugaba a juntar los papelitos que la hinchada más grande del mundo había tirado para recibir a su equipo.

El Sapo Martín, con los ojos cerrados y una mueca de satisfacción, sabía lo que no sabía nadie.

Que El Globito Lasherino, el Huracán de su alma, arrancaba ganando 1 a 0...con un golazo de él.


dedicado al Sapo y a Dieguito, por la pasión.

TRES COSAS TIENE LA VIDA...PARTE II

PALABRAS:
TRES COSAS TIENE LA VIDA...PARTE II - Cristian Lagiglia

MÙSICA:
BLACK (Pearl Jam)
En Vivo Teatro Quintanilla - 1997
Hernán Pesce (Las Vacas Sagradas): guitarra y voz
Músico invitado: Negro Luciano - teclados

TRES COSAS TIENE LA VIDA...PARTE II

Debido a la gran controversia que despertó en ustedes, queridos lectores, el posteo de la historia de la semana pasada, que se vio reflejada en mi mail personal (38 mails con puteadas femeninas varias), mi teléfono celular (22 sms, 18 fueron de Titi o Esther, se imaginarán en que tono) y algunos comentarios en el mismo blog, es que me voy a tomar la pequeña molestia de explicar el por qué de las tres razones que regulan mi acercamiento a una dama.

A saber:

1- El tema de los zapatos es por una simple relación de gusto, es decir, si la chica en cuestión calza alguna de las cualidades que nombré anteriormente (sandalias de tacos altos, botas hasta la rodilla, etc.), automáticamente en mi cerebro se dispara la imagen de que la ropa interior de esta señorita será de un nivel superior.

Hipótesis que jamás me ha fallado (efectividad del100%) y dar ejemplos sería entrar en terrenos escabrosos.

2- Lo del nombre es por una simple proyección.

En el 99 % de los casos el nombre de una nena al nacer lo elige la madre y si al nacer, y tener entre sus manos tan bella vida, a esta Mala Persona (por no catalogarla de otra forma) se le ocurrió ponerle, digamos, Magdalena (nombre de masita para la leche con nesquik de las cinco de la tarde, no para una mujer), quiere decir que no la conmovió en lo más mínimo un ser latiendo por primera vez entre sus brazos como para poder desarrollar un poco de buen gusto, imagínense lo que haría conmigo esa señora en el momento en que me conozca.

Rápidamente me ahorro ése paso y me salvo de un trastorno posterior.

De hacer caso omiso al nombre de la señorita y de prosperar la relación, la susodicha mujer se convertiría en mi futura suegra y yo...en un futuro cadáver.

No ama en lo más mínimo a la hija (le puso Magdalena...para eso le hubiera puesto, no sé, Tortita Raspada) mucho menos me va a querer a mi (que vengo a vaciarle la heladera y las botellas de whisky... sin enumerar las intenciones que tengo para con su hija).

3- En cuanto a la cuestión de si le gusta Spinetta o no eso ya entra en el terreno de lo que yo llamo inteligencia.

Como toda relación, en un principio hay un enamoramiento (en-amor-miento, esto me lo enseñó un proyecto de psicóloga que lo único que hizo fue destrozarme los nervios y aportar un granito de arena más a mi insanía particular, nada más).

Esto quiere decir que al principio de todo, cuando estamos enamorados, escuchamos todas las boludeces que nos cuentan con la atención y la excitación de quien escucha por primera vez Carmina Burana de Carl Orff.

Esto incluye los detalles de su vida amorosa con todos los novios anteriores (cuando digo todos es...todos), las gracias que hacían cada uno de los perros que tuvo desde los cinco años y los nombres completos de todos sus familiares (de no haber respetado los dos puntos anteriores, calzado y nombre, jamás hubiéramos llegado a esto).

Como la chica me gusta y tiene unos zapatos lascivos y un nombre que promete guerra, me quedo escuchando estas pavadas hasta que llega un punto (¿dos meses?) en que necesito hablar de otra cosa.

Lo de Spinetta es nada más que un simbolismo, o sea, si yo consigo decirle a una chica “la risa, nena, no podrá surgir, a menos que te subas al árbol”, y ella entiende de lo que estoy hablando, bueno, joder, estoy en presencia de un ser superior y quiere decir que Cupido (¿muy cursi, no?) se copó conmigo y me tiró una onda...más bien un ondón.

Spinetta es un estándar muy alto, lo sé, pero quiere decir que en algún momento nos vamos a dejar de hablar de los idiotas de los ex novios y entramos en el terreno de lo lúdico, de jugar con nuestras mentes (calculo que a esta altura con nuestros cuerpos ya jugamos).

Discutiendo con un amigo todos estos puntos y bebiendo como condenados, me propuso un juego aún más cabrón.

Me puso en la situación de que ya encontré a la mujer que reúna estas cualidades (no solamente dos, si no, las tres...parece que el chabón cree en milagros) y una vez con la mujer ya a mi lado, me hizo enumerar cuales serían las cosas por las cuales yo me encabronaría ante la convivencia con esta seudo mujer perfecta.

Acá va un decálogo, man.

Hay situaciones específicas que se desarrollan durante la convivencia que a uno le rompen soberanamente las pelotas, a saber:

1- Por el simple hecho de haber nacido machito eso no quiere decir que tu vieja te escupió al mundo con conocimientos avanzados sobre como destapar un baño (que tapó ella), colgar una cortina (que encima es espantosa) o saber automáticamente la diferencia entre el Cif cremoso para el baño o Cif líquido para cocina.

Pero tu señora esposa se va a empeñar, axiomáticamente, en pedirte cada una de estas cosas y a esperar que lo hagas bien.

2- Que justo cuando, por fin, pasan sin codificar a River (soy masoquista, que le vamos a hacer) a ella se le de por confraternizar con vos mediante la charla monológuica (esta palabra no existe pero es la que más se acerca en sonoridad a mogólica) sobre todo lo que le sucedió durante la semana en su trabajo y que, por supuesto, dura noventa minutos, porque en el entretiempo descansa para tomar más brío para poder interrumpirte el segundo tiempo completito.

¿No habíamos tenido toda la mañana del domingo para eso, mientras yo leía los clasificados?

3- Que cuando ella te dice que viene su compañera de laburo a comer a casa con el inválido mental del novio vos tengas que poner cara de felicidad como si acabara de decir que se va a la casa de la madre por cinco o seis horas.

En cambio, cuando vos le informás que vienen los chicos a comer pizza y a dar un concierto de eructos, a causa de la excesiva cantidad de birras que ingirieron, como Pavarottis en celo, vos te tenés que comer una cara de orto kilométrica e, indefectiblemente, tenés que suspender la juntada o sabés perfectamente que tendrás que arreglártelas tratando de ver manchones (por no tener el codificado) en Venus o Playboy T.V para poder imaginarte como carajo es una mina en bolas, durante una semana.

Una semana justa, hasta que ella te dice que viene a comer su compañera de trabajo con el inválido mental de su novio.

4- Que justo cuando decidiste quedarte en tu casa todo el fin de semana a rascarte olímpicamente los huevos haya salido el último disco de Arjona.

5- Que las milanesas a la napolitana no le salgan ni de pedo parecidas a las que te hacía tu vieja y que tengas que zarparla en mayonesa para que tengan gusto a algo.

6- Que no te dejen secarte las patas, cuando terminaste de bañarte, con el toallón en el piso.

7- Que en vez de notificarte que viene su compañera de trabajo con el inválido mental de su novio (que encima no le gusta el fobal, escucha música new age y es cinturón negro de no sé que poronga china), la que viene a comer es...la madre.

8- Que en vez de ir a pasear al shopping el martes a la noche se le ocurra ir el domingo a la tarde (esto es porque en la semana no paso nada de nada en su laburo y ni siquiera se le ocurre algo ingenioso para inventarse).

La onda es cagarte la transmisión del partido, no importa como.

9- Que sepas que en noviembre viene a tocar Manu Chao y para poder ir a disfrutarlo sin culpa por llevarla a hacer una fila de seis horas, haciéndola pasar por todas las manifestaciones aromáticas (choripán, transpiración, olor a meo de los baños y marihuana), hayas tenido que ir en agosto a ver a Chayanne, en septiembre a Alejandro Sanz, en octubre a una puta gala de Operación Triunfo y en diciembre a la presentación del disco de Arjona, que hace tres meses escuchás, sin falta, todos los putos fines de semana.

10- Que te pregunte si la ves más gorda.

¿Como explicarle, sin herir susceptibilidades, que si le sigue entrando con tanto ahínco a los merengues, a las tortitas pinchadas y a cuanta lasagna ande circulando por su campo de acción y a su vez, no mueve el orto ni para ir al kiosco, indudablemente, la voy a ver más gorda?

Hoy, sábado a la noche, con un frío de cagarse, sin nada para beber ni fumar y más solo que una ostra haría una única excepción (sería solo por hoy) y me importaría tres carajos que venga en pantuflas (¡que asco!), que se llame Gloria (no te podés llamar como un repuesto de hojas) y que su grupo de cabecera sea Miranda! (definitivamente estoy en el horno de la soledad)

Hoy, sábado a la noche, mirando como se besan dos hormigas sin pudor delante de mí, deseo que me vuelvan a pasar todas esas sistemáticas rompeduras de huevos.

Menos...que me diga que viene a comer la madre.


TRES COSAS TIENE LA VIDA

PALABRAS:
TRES COSAS TIENE LA VIDA - Cristian Lagiglia

MÙSICA:
Norwegian Wood (The Beatles) - Versión acústica 2009 - Hernán Pesce


TRES COSAS TIENE LA VIDA

Hay tres cosas que me interesan de una mujer antes de abordarla.
Estoy diciendo abordar y no con el ánimo de que sea la madre de mis hijos, se entiende.

Las enumeraré al azar y también las desarrollaré al azar, pero créanme, tienen un lugar específico en el podio.

Digamos que las cosas en cuestión son: los zapatos, el nombre y si le gusta Spinetta.

Concertemos y démosle la diestra, que el gusto, uso o propiedad de una de ellas, tranquilamente, anula a las otras dos.

No es cuestión de ser tan exquisito...aunque lo soy bastante.

Para abordarla o sentarme a prestarle atención, si ya está instalada en mi marco de referencia, lo primero que pasa es que le miro los zapatos y si me la presentaron antes de que yo atisbe que es lo que lleva en los pies, escucho su nombre, pero jamás lo retengo de una, así que inmediatamente vuelvo al calzado.

Me ha tocado estar en presencia de un rostro realmente bello o de unas tetas descomunales y en cuanto bajé la vista y le vi los zapatos, automáticamente se borraron de mi registro mental una fisonomía gloriosa como un arco iris o esas dos cosas que apuntaban hacia mi como diciendo servite.

Odio a las minas con zapatillas blancas tipo Nike con larguísimos cordones que les hacen triple nudo y suelas de un metro de alto, típicas de cantante de Pasión Tropical.

Me desagradan las que llevan chatitas con un moño en la parte delantera, cerca de la punta, porque me da la impresión de que, aunque la mujer calce el treinta seis, tiene un empeine largo como el de Manu Ginóbili.

Detesto las botas con taco chino porque parecen zapatos ortopédicos y estoy esperando a que la mina, cuando camine, renquee como si llevara un plumero metido en el culo y aunque esto jamás sucede, yo la veo renga.

No tengo problemas con las rengas, tengo problemas con las quieren aparentar serlo poniéndose esas botas.

Obviamente, me dan vuelta la cabeza los tacos altos y finos de las sandalias y si tienen tiritas que se atan como serpientes a lo largo de la pantorrilla, mejor.

Me matan las botas altas, también de taco fino, y si son tipo bucaneras, ni les digo, bien de turra.

Lástima que hace una bocha que no se usan, pero debo haber sido el único pelotudo que jamás se perdió un programa de Xuxa por el simple hecho de verla con esas botas.

Aprenderme el Croqui Croqui ni me interesaba.

Si tienen que usar zapatillas, ok, lo acepto, pero tienen que ser negras, tipo botitas Reebok o mejor, Converse o John Foos, bien rollingas.

Me estoy refiriendo, pura y exclusivamente, al uso diario, al de clavarse un jean y acompañarlo con uno u otro caso, nada tiene que ver cuando van al gimnasio.

¡Ahí las zapatillas no me interesan, ahí me interesan las calsas!

Pasado este suceso que hace que avance al segundo paso o descarte por completo perder medio segundo en dirigirle la palabra, llegamos al nombre.

Es fundamental esto, amigos míos, por lo menos para mí.

Si tiene unos zapatos increíbles y después de un rato de charla me dice que se llama, por ejemplo, Mirta, la adrenalina me baja a niveles negativos y saco la pata del acelerador como si adelante de mis ojos hubiera un control policial y yo fuera manejando totalmente alcoholizado, sin registro y con un cargamento de merca para comercializar.

¡No te podés llamar Mirta, Lidia, Irma, Carina, Nancy, Miriam, etc.!

Decile urgente a tus amigas que por favor te inventen un apodo o algún diminutivo gracioso, pero que no se desprenda de tu feo nombre.

Recuerdo haberme enamorado hace mil años de una chica (que cuando lea esto me va a querer matar), que se llama Esther.

Esther se llama una de mis abuelas y no había manera de que la avanzara porque en el nombre había un paredón que me lo impedía.

Conseguí vencerlo al inventarle el sobrenombre de Titi.

Al día de hoy le sigo diciendo Titi, la adoro con todo mi corazón, es como una hermana para mi y al final, se casó con otro tipo y lo bien que hizo.

Si siguiera conmigo y mis problemas psicológicos al respecto, en lo que a mi concierne, estaría casado con una representación de mi abuela.

Muerte segura.

Una de las luces al fondo del túnel es constatar que la chica que tenés arriba o abajo, según mande la ocasión, se llame, no sé, Antonella, Julieta, Zoe, Tais, Macarena, Agostina o Lisa, porque eso denota que, seguramente, es mucho más chica que vos y eso, convengamos, ya es la gloria.

¿Por qué me refiero a la edad?

Porque yo, que ya pasé largamente los treinta, vengo de la época de las Elianas, Gladys, Andreas, Verónicas, Matildes, Teresitas, Beatrices o Fabianas y todos esos nombres, que son los que me corresponderían por mi edad, me suenan a guiso recalentado de hace dos días.

In-co-mi-bles.

He ahí una respuesta a porque me costó tanto hablar con una chica cuando era un púber (y de ponerla ni hablemos).

No era porque era tímido como creí hasta estas líneas, más bien, estaba desarrollando mi excelso y refinado gusto.

Sorteados estos dos pasos, ya me pongo muy cabrón e indago sobre sus gustos musicales.

Acordemos que si juntan los otros dos atributos ya se ganaron el free pass para pasar por la puerta de mi sucuchito, pero como a uno le gusta tirar de la soga y tentar a la suerte, se pone jodido y hurga en qué carajo escucha esta bella señorita que tengo enfrente, con unas botas alucinantes y con un nombre respetable y excitante.

Me ha pasado, sobretodo en esta época, que las señoritas que tengo delante de mí no son tan melómanas como yo y eso lo acepto estoico.

Recuerden que seguimos hablando de chicas para pasar una velada agradable y no de mujeres a las que les daría la llave de mi casa.

Hoy es muy frecuente que te digan que escuchan de todo, lo cual no es malo para mí, si tenemos en cuenta que tengo casi ocho mil discos y que por esa razón mis gustos van desde Piazzolla y Miles Davis hasta Viejas Locas y Onda Vaga, por nombrar algunos.

Me he encontrado con que la mayoría están escuchando mucho regeatón, el cual me da un sincero asco o música electrónica la cual me parece lo más pecho frío que hay, pero cuando dicen, muy sueltas de cuerpo, “escucho rock nacional”, ahí ya se están acercando a mis fauces.

Una vez llevé a una chica (sin anestesia previa, para probarla, nada más) a ver un show de Spinetta y en cuanto el Flaco salió a escena quedé tan alterado por la emoción que me olvidé de ella por las dos horas y media que duró el show y cometí el error de no chequear que era lo que estaba pasando a mi lado.

Tenía unas sandalias bellísimas, un apodo que la hizo aprobar con siete (pero aprobar al fin) y estaba más buena que asado de obra en construcción, pero perdí de vista el detalle fundamental (por estar en éxtasis total cantando Ludmila), de que la chica en cuestión se había quedado dormida en el tercer tema.

Esto lo supe mucho tiempo después, cuando ella me confesó que detestaba a Spinetta, que no le entendía un carajo de lo que estaba hablando y lo que más me dolió, que le parecía el embole más grande por el cual ella había atravesado en su vida.

Si yo hubiera sabido esto, la chica no pasaba de esa noche, aunque esa noche, seguro, iba a ser tan gloriosa como lo fue, pero me hubiese ahorrado varios dolores de cabeza posteriores.

Así que ahora les pregunto, en el medio de una charla trivial y sin mucho sustento, si dentro del rock nacional que ella dice escuchar y gustar está mi amado Spinetta.

La respuesta siempre es la misma...NO.

No voy a explicar acá las razones por las cuales es fundamental para mí que una señorita, a la cual acabo de conocer, le agrade Spinetta.

Sería declarar contra mi mismo y un motivo más que valedero para que me receten la camisa de fuerza.

Del modo que lo veo yo, me quedan dos opciones: o espero en el muelle de San Blas como un pelotudo a que llegue esa mujer que se sentaría cinco horas ininterrumpidas a desglosar nota por nota a Téster de Violencia o Artaud conmigo o me conformo con unas bucaneras negras hasta el triángulo de Las Bermudas, un nombre que pueda gritar en plena enajenación sin que me den ganas de vomitar y me pongo a bailar, sin ninguna vergüenza, algún tema de Daddy Yankee o Don Omar.

En esa disyuntiva todavía estoy.


EN UNA MESA DE BAR...TRATANDO DE ARREGLAR AL MUNDO.

PALABRAS:
EN UNA MESA DE BAR...TRATANDO DE ARREGLAR AL MUNDO. - Cristian Lagiglia

MÙSICA:
In Between Days (The Cure) - Versión acústica 2009 - Hernán Pesce




EN UNA MESA DE BAR...TRATANDO DE ARREGLAR AL MUNDO.

Me apuré a sacarme la ropa del laburo, me clavé las Converse y el gorro, me prendí un faso y partí directo hacia El Juguete Rabioso para tomarme unos porrones con mis amigos.

PELADO: ¡Salud la barra!, ¿que se cuenta? ¿Arrancaron la porroneta sin mi, forros?

EL DESTINO: ¿Qué hacés, Pela?, sentate que ya le pedimos otro vaso al mozo...pensamos que ya no venías...

PELADO: ¡Que día largo, loco!, no terminaba más, ¿cómo les fue a ustedes?

EL AMOR: Normal, hermano, hoy me pasé la mayor parte del día en una escuela secundaria tratando de que dos pendejos se dieran bola.

La típica, el pibe embobado y la piba ni bola, así que tuve que hacer unos malabares increíbles para que la flaca, aunque sea, lo notara.

Digamos que el pibito tampoco era un ejemplar de belleza y tenía la velocidad de una tortuga, así que cuando lograba que la flaca lo mirara, el otro boludo estaba sin prestar atención.

EL DESTINO: Pero yo te di una mano, eh?

EL AMOR: Si, a las seis de la tarde, forro, en la hora de gimnasia.

Yo estaba con el temita desde las siete y media de la mañana.

Me cansé de llamarte y me entraba el contestador de mierda, ése que tenés: (tono de burla) Ud. se ha comunicado con el Señor Destino, en este momento estoy ocupado, deje su mensaje y a la brevedad lo llamaré.

EL DESTINO: ¡Que querés!, estaba dándole la hoja de ruta a éstas dos y no se ponían de acuerdo en quien carajo llevaba a quién. Podrido ya me tienen.

LA SUERTE: Lo que pasa es que ésta, con el temita de que está cansada con eso de la teletransportación, se prende en la mía y me hace llegar tarde a todos lados.

LA MUERTE: Ya te dije que es por esta semana, nada más, la metí al taller a hacerle un chequeo y si no me prendo con alguno de ustedes yo también llego tarde.

PELADO: ¿No probaste con caminar, turra, así sufrís un poquito vos también?

LA MUERTE: Ya estoy vieja para andar caminando, Pela.

A esta edad ya me tendría que haber retirado a una playa del Caribe y como lo ves, le sigo metiendo.

Es una semanita, nada más, tampoco es el gran quilombo...

PELADO: No nos desviemos, ¿qué pasó al final con los pendejos?

EL AMOR: Bueno..., el Señor atendió el celular e hizo lo que tiene que hacer, el pendejo se avivó, la pendeja lo miró y los dejé conversando, con los corazones encendidos, en la canchita de fútbol de salón de Andes Talleres.

PELADO: ¡Que buen lugar para empezar una historia!

EL AMOR: Si, espero que no la caguen.

De todas maneras tengo que monitorearlos toda esta semana y me queda relativamente cerca de otros dos pibes que enganché en McDonal´s, ahí, dónde vos vas a desayunar.

PELADO: Que loco, ahí me dejaste enganchado la última vez, la puta que te parió. Espero que esta vez afinés la puntería un poquito mejor.

EL AMOR: La esperanza es lo último que se pierde, Pela.

Ya va a escampar, yo me voy a encargar de encontrarte alguien como la gente...

PELADO: ...si si...creo que, en partes iguales, ustedes cuatro, ya me tienen lo huevos llenos...

LA MUERTE: ¿Y yo que carajo te hice?, que yo sepa no he pasado por el sucucho de Beltrán ni por la cuevita nueva y careta que tenés ahora en La Quinta y estás vivito y coleando y muy buen mozo, querido.

PELADO: Todo bien, gracias por el piropo, lo que pasa es que hace unos días escribí algo sobre vos y me quedé colgado con la historia y no me la puedo sacar de encima.

LA MUERTE: ¿Y me dejaste bien parada o hiciste como los demás que llenan renglones y renglones hablando pelotudeces de mí?

PELADO: Más bien la historia rondaba sobre vos, pero estaba enfocada más sobre la vida y, sí, te dejé más o menos bien parada.

Con el laburo que tenés, ¿no pretenderás que todos estén ansiosos de verte ni de hablar bien de vos, no?

LA MUERTE: Ya sé, querido, pero es injusto, a mi me manda éste, y también si LA VIDA hiciera bien su trabajo, yo no tendría tanta mala fama y tanto laburo.

EL DESTINO: Cada uno tiene que hacer lo que tiene que hacer.

A El Gran Jefe le toca ordenar, a mi me toca organizar, a vos ejecutar, y vos Pelado vivir, que le vamos a hacer...

PELADO: Pero el mundo es un gran quilombo, hermano, yo no puedo creer que tu Gran Jefe ordene las boludeces que ordena. ¿Para quién juega, man?

Leés los diarios, nada más, y te dan ganas de ir y cagarlo a trompadas.

Que joda con los que joden, pero que no se meta con los niños.

Los hace morir de hambre en el norte, como leí hoy en el diario, y no hace un carajo con la cantidad de hijos de puta que andan sueltitos por el mundo con total impunidad.

EL DESTINO: Todo tiene su exacto equilibrio en la balanza del Universo, Pela. Él sabe.

PELADO: No se puede hablar con vos cuando te ponés la camiseta de la empresa.

No tenés manera de refutarme esto que te estoy diciendo y me salís con lo del equilibrio.

¡Que se meta el equilibrio en el orto!

LA SUERTE: Un poco de razón tiene el Pela, hoy le hice ganar una fortuna a un hijo de puta que lo único que hace es cagar a los empleados...

EL AMOR: ...y te lo está diciendo la que siempre está con los ganadores...

LA SUERTE: Pero es mi laburo, que le voy a hacer, ponerme a discutir con éste todas las mañanas, que es el que me manda con la varita mágica.

EL DESTINO: Todos se lavan las manos, todo es culpa mía, pero nadie se fija que por cada uno que se enamora, cada uno que se muere, a cada uno que le viene la buena, está haciéndose lo contrario en el reverso del Universo.

Pero es más fácil mirarse el ombligo, ustedes no tienen una visión global del asunto.

Van, hacen, y después cuando los apuran, dicen que es cosa del Destino.

Y en tu caso, Pelado querido, representás a la raza humana, que bastantes forros son entre ustedes sin que nosotros metamos la nariz.

Libre albedrío, querido.

PELADO: No te lo niego, pero me parece que dónde ustedes puedan meter los garfios, podrían hacerlo en forma copada, no creo que el Gran Jefe se enoje si hacen algo fuera de programa y ése algo es bueno para la humanidad.

EL DESTINO: Te vuelvo a repetir, tanto vos como éstos, tienen una visión parcial del asunto, pero para despotricar son mandados a hacer.

PELADO: No te estoy pidiendo que River no perdiera humillado con Banfield como hace un par de domingos atrás, ésas son boludeces, te estoy pidiendo que atinen un poquito y que por lo menos no se metan con los pibes.

EL DESTINO: En los goles yo no tuve nada que ver, eh?

LA SUERTE: Yo tampoco, estábamos acá tomando un porrón, y pensando en cómo estarías puteando...

PELADO: ¿Cómo que no tuvieron nada que ver?

EL DESTINO: Más vale que no tuvimos nada que ver, aparte, a mí, el fútbol no me gusta.

PELADO: ...encima de ortiva sos amargo... ¿cómo que no te gusta el fútbol?, ¿sos leproso?...

LA SUERTE: En serio, Pela, estábamos acá charlando, no tuvimos que laburar en ese momento...

LA MUERTE: Yo si, tuve que salir rajando porque un viejo iba a pichar segundos después del primer gol, gajes del oficio...

PELADO: ...y si ustedes estaban acá, ¿quién carajo estaba dirigiendo el circo?

EL DESTINO: Ustedes, querido, libre albedrío...

PELADO: O sea que, como ahora, ¿el barco está en piloto automático?

EL DESTINO: Ustedes son increíbles, hace un minuto estabas bardeándonos por nuestra labor y ahora estás cagado en las patas porque las cosas están en las manos de los seres humanos.

PELADO: ...la concha de su hermana... (pensando en voz muy alta)

EL AMOR: No te preocupes, es un ratito nada más, descansamos un toque y arrancamos de nuevo.

Yo por lo menos creo que ustedes tienen la facultad de arreglárselas solos unos momentos, los creo capaces de quererse mutuamente los unos a los otros para no hacerse daño ni cometer ningún desastre...

LA MUERTE: ...éste y su idea romántica de las cosas..., cuando ellos están plácidamente tomándose un porrón, a mí me explota el celular con mensajes de que tengo que hacerme presente en tal o cual lugar.

Eso pasa por que los dejan solos un rato.

EL DESTINO: Quedate tranquilo, si se estuvieran por mandar alguna cagada, ya me hubieran llamado.

PELADO: ¡Como querés que me quede tranquilo! ¡Estamos a la buena de Dios!...

LA SUERTE: ¡Ojala!, están a la buena de ustedes...

EL AMOR: ¡Vos también!, no tenés filtro para decir las cosas...

EL DESTINO: Pela, si algo tiene que pasar... va a pasar, bajá un cambio (con tono sobrador).

Casi todo está escrito, por eso, estoy tomando una cerveza tranquilo.

Yo tampoco confío en los seres humanos y aunque lo que hagan con ustedes mismos no me afecta, hay algunos, como vos, que me caen realmente bien y no me gustaría que mañana fueran noticia en el diario.

Miralo de este modo, la humanidad desde su creación ha sido la que se ha proporcionado todos los males que la aquejan, con su falta de amor, con sus decisiones, con su ineptitud, con su negligencia.

Si el Gran Jefe no los quisiera un poquito no se hubieran salvado ni de pedo del Diluvio Universal...

PELADO: ¿Qué, eso fue posta?

LA MUERTE: Más vale, una lluvia de cagarse...laburé como nunca ése día, con lo que odio el agua...no me hagás acordar...

EL DESTINO: ...como te decía, todo está bajo la atenta mirada del Gran Jefe, y nada escapa a su mano, seas de la religión que seas y de la raza que seas.

Cuando les otorgó el libre albedrío, lo hizo con todo el amor del mundo, confiando ciegamente en el poder de discernimiento de los humanos, pensando que eran sus criaturas más perfectas y por la cual debía marcar una diferencia en relación a las otras.

Ustedes lo primero que hicieron fue manducarse una manzana que no estaba en la dieta y empezaron a sentir vergüenza, empezaron a mandarse al frente unos con otros, a matarse entre hermanos, cosas que no están ni en los cánones de los animales y sin embargo, el Viejo sigue confiando en ustedes y arregla como puede los mocos que se mandan y todos los días, aunque sea un ratito, los deja solos, para ver si han aprendido algo...

LA SUERTE: ...más allá del hecho de que tiene poco personal y nos tiene que hacer descansar un poco, porque si le metemos horas extras, los que nos mandamos los mocos somos nosotros y perdemos el laburo.

Vos si perdés el laburo conseguís otro. ¿Nosotros de que vamos a laburar si no hacemos esto?

Nos tenemos que ir a buscar ocupación con el Viejo Hechicero.

Ni en pedo. Ni obra social tiene.

PELADO: ¿Pero si nos quiere por qué estamos como estamos, no podemos volver a fojas cero?

EL DESTINO: Están así por su desidia y porque todo se balancea en perfecta armonía en la gran cocina del Universo.

Debe haber también desobediencia para que puedan comprender la existencia del bien y del mal.

Los que no podemos desobedecer somos nosotros, porque a diferencia tuya, yo no cuento con el libre albedrío.

PELADO: Pero supongo que Él ya sabía que éramos unos pelotudos, que nos íbamos a cagar la fruta entre nosotros.

¿Por qué dejó que lo hiciéramos?

EL AMOR: Para ponerle un poco de onda, quizás.

Y porque el Gran Jefe no deja de ser un romántico que piensa que sus hijos no le mienten, que lo aman eternamente, que se quieren entre ustedes, que todos, alguna vez, se van a copar y le van a llevar un título bajo el brazo...

LA MUERTE: Si esto fuera realmente así, nosotros no tendríamos razón de ser.

Ustedes se las arreglarían solitos y no habría nada con lo que ustedes no pudieran lidiar.

Desde mi óptica, un embole.

PELADO: ¿Y te parece copado o con onda el hambre en el mundo, los asesinatos, las violaciones, las mentiras, la soledad, el desamor, mientras vos te estás tomando una birra lo más tranquila?

LA SUERTE: Pero si nosotros digitáramos todo o ustedes se pudieran valer por si mismo, por supuesto que eso no existiría, como no existiría el amor, la amistad, el disfrute, el descubrirse uno al otro y no tendríamos laburo, también...

EL DESTINO: ...así como han inventado grandes cagadas, también han hecho cosas buenas, por eso el Gran Jefe sigue confiando en que algún día, este lugar sea un sitio precioso para vivir, pero construido por ustedes, no creado por Él.

Cree ciegamente de que son capaces de hacerlo, mientras tanto, nosotros tenemos un laburo de cagarse...

EL AMOR: ...che, te está vibrando el celular...

EL DESTINO: ¿Hola, si?, bien, de acuerdo, como Ud. mande.

Más tarde le paso el informe bien detallado. Hasta luego.

LA MUERTE: ...cagamos...

EL DESTINO: Arriba la tropa, se acabó el break (estirándose en la silla con cara de que sabe el devenir).

Che, AMOR, tenés que ir a un videoclub en la calle Tiburcio Benegas, vos MUERTE tenés que ir a un accidente en Oklahoma, y vos SUERTE tenés que rajar ya a un casino en Montecarlo.

LA MUERTE: ¿Me tirás de pasada?

LA SUERTE: ¡Pero si vas para otro lado, ves que jodés, tengo que llegar urgente y lo único que hacés es retrasarme!...

EL AMOR: Dale, no te hagas drama, te tiro yo, pero a ver si arreglás tu cascajo de una vez por todas que ya nos tenés los huevos llenos.

EL DESTINO: El deber nos llama, Pela, muy rico todo, tenemos que rajar a arreglar los mocos de la humanidad.

¿No pagás vos que yo ando sin cambio?

Mañana te invitamos nosotros.

PELADO: ...la concha de tu hermana...

EL AMOR: (en secreto)...dale Pela, copate, y por ahí yo lo convenzo a éste para que hable con el Gran Jefe y la piba que te gusta lo piensa mejor y vuelve con vos, ¿querés?

PELADO: Todo bien, pero ya es la segunda vez que me engrampan.

Y más vale que hagas algo al respecto o le digo al mozo que mañana te escupa dentro del vaso.

LA SUERTE: Chau, querido, nos vemos mañana, no pasés por debajo de ninguna escalera, esquivá los gatos negros y seguite agarrando los huevos cuando veas a algún pelirrojo...

PELADO: Chau, nena, a ver si me soplás los números del Quini 6, que tengo unos cuentones que pagar...

LA MUERTE: Chau mi amor, espero verte nada más que aquí, cuidate cuando circules con el libre albedrío y seguí lindo como siempre...

PELADO: Chau bombón, si me toca, avisame con tiempo, no seas turra, que me tengo que despedir como la gente de un par de individuos...

LA MUERTE: Quedate tranquilo, yo cualquier cosa te aviso, pero de momento, nos vemos mañana a la noche...

Y cada uno partió a cumplir con sus obligaciones y yo, que ya había terminado con las mías, me quedé solo frente a un porrón helado de Quilmes pensando en todo lo que habíamos hablado y rogando de que nadie se haya mandado algún moco grande que nos afecte a todos y esperando que el Gran Jefe siga confiando en nosotros y mañana pueda ser otro día.