QUE ESTÉN SONRIENDO

FELIZ DIA PARA TODOS, AMIGOS...!!


PALABRAS:

QUE ESTÉN SONRIENDO - Cristian Lagiglia

MÙSICA:
ALFONSO - (Las Vacas Sagradas)
Versión acústica 2008 - Hernán Pesce


QUE ESTÉN SONRIENDO

He atravesado este día, digo, la celebración del mismo, de muy diversas formas y estados de ánimo a lo largo de mi vida.

Recuerdo hace muchos años ir a festejarlo a una pizzería de mala muerte en la calle San Juan, calle grasa de Mendoza si las hay, con los hermanos que me regaló la vida y mearnos de la risa desde que entramos (todos) hasta que salimos (ellos) y digo esto porque como yo era el único que laburaba en ese momento me tocó la suerte de pagar la cuenta.

Ahí recontraputié a la vida por darme unos hermanos tan insolventes y poco proclives al trabajo.

Otra vez lo fui a festejar con Rufino y su perro de ojos verdes a su mansión que queda debajo del puente que divide a la República de Dorrego del Principado de Godoy Cruz y mientras jugábamos a ver quien contaba más autos con una sola luz, nos empinábamos un Termidor Tinto Box, hablando de sus amigos y los míos, entre las bolsas de basura que habían cirujeado, ellos dos, en el día.

En otra ocasión lo pasé tomando Champagne Barón B y con las patas sobre una alfombra persa de u$s 30000, haciendo la digestión de una abultada y pagana ingesta de salmón rosado, copas de camarones y machas a la parmesana.

La pasé mejor con Rufino y su perro de ojos verdes.

Una vez, el 20 de julio, me encontró en un bar, que ya no existe, con una Quilmes de por medio y con Sol sentada frente a mi con los ojos en pleno diluvio y a los dos nos envolvía una tristeza indisimulable por la ausencia de nuestros más queridos amigos.

Hasta que se armó en el lugar una fiesta increíble y empezamos a abrazarnos a desconocidos y a brindar con ellos y nos agarramos un pedo XXL y volvimos a casa haciendo zig-zag por las calles, casi las mismas zetas que tenían nuestros corazones, cinco o seis horas antes.

Ahora mi memoria ram se destilda y me lleva de una patada al recuerdo de un festejo que me agarró al mediodía comiendo en Que tal Pascual, restaurant infecto como pocos, con BigVerni, compartiendo un lomo porque no había más guita (hablo de mediados de los ’90, ¡los únicos dos que no teníamos guita, en el país, éramos nosotros dos!) y después de brindar me fui a mi casa y me llamó Paola y me fui a su casa y bailamos jazz en las sombras cómplices de la tarde y a la noche fuimos a bailar a CMENTO, cada uno por su lado y la mañana siguiente nos agarró otra vez juntos y hubieron choque de planetas, caídas de estrellas, fuegos artificiales y la primera versión de lo que todos conocemos hoy como tsunami y ahora la memoria pública me recuerda que soy un caballero y un caballero no tiene memoria para los detalles que incluyan a una dama.

El festejo del año pasado fue bastante inusual porque me encontró con mi copa de vino rebalsada de vino y recuerdos, apoyado en la barra de AGOSSTO y a mi hijo Fede con su Coca Cola, fascinado por su primera noche de bares y diciéndome cuando dieron las doce...” ¡Feliz día del amigo, Pá!...”, una noche de felicidad y sorpresa inconmensurable por motivos ahora inconfesables y que fue la base fundadora de esta incertidumbre lacerante que vive conmigo y que está pronta a cumplir un añito de vida.

Y este año, de no mediar algún milagro, me va a agarrar solo, en mi cueva “nueva” (una forma por demás elegante de presentarla) de la calle Mitre.

Ya no van a estar mi ventanal amado del sucucho de Beltrán (por razones impagas e injustas de desalojo inmobiliario) ni Teresita, que decidió irse a vivir al paraíso de las plantitas de interior (si es que ese lugar existe me quiero ir ¡ya! con ella).

Tampoco van a estar El Negro, porque se exilió con su panza y mi amor a Río Gallegos, ni Grillo porque vive en Comodoro Rivadavia (acá lo seguía mucho la cana); ni Mayi porque vive en San Luis y ése es otro país (allá se festeja el día que se le canta el culo a los Rodríguez Saá); ni Ale porque su ventana ya no da a la calle Río Cuarto sino a una playa en las Islas Canarias; ni el Pata porque seguro se queda puteando porque no le arranca el auto; ni Fato ni Michiels porque vaya a saber Dios por donde andan; ni BigVerni, la otra aleta de este pez, porque su culo descansa plácidamente en Barcelona; ni el Turco porque hace bocha que vive en el primer mundo luciendo el peinado que usó para ir a ver a The Cult en River hace casi veinte años; ni Matu porque estará amasando pizzas porque ese día AGOSSTO va a estar hasta las manos; ni Quique ni Flochi porque seguramente se colgaron, (¡prendan una RISA a mi cuenta!); ni el Gordo Martín porque seguro saldrá con alguna de sus muñecas in-fla-ma-bles, más ahora que se metió en facebook; ni Angelo porque estará con La Negra esperando a, que el que lleva adentro, le golpee la puerta para avisarle que tiene que ponerse a escribir, mejor dicho, a vivir.

Cuando den las doce, abriré un vinito tinto de procedencia dudosa y más con el cuore que con la mente, haré viajar sus feas caras hacia mi alma en el avión de los recuerdos y en silencio, brindaré por ellos con sus sillas vacías.

Esta pequeña historia que viene a continuación está dedicada a todos los que me sienten como los siento yo.

Ustedes saben bien quienes son.

¡Feliz fuckin’ Día del Amigo!


HERIDOS DE DISTANCIA

En las horas de la siesta, Valentín caminaba hasta la esquina de la casa de La Olga y esperaba un ratito afuera.

O al revés, el que caminaba hasta la puerta de la casa de Juan era Micky y también esperaba, sin mucho por hacer, a que Valentín saliera.

Después de unos momentos de charlas triviales entre los dos, se iban caminando despacito, uno al lado del otro, por Andrés Tejeda como apuntando a la montaña, sin decirse mucho.

En una de esas siestas, Valentín le dijo a Micky que se mudaba de barrio y que se iba a complicar mucho el encuentro a la siesta después de comer.

Micky acusó recibo en silencio. Ya estaban viejos para despedidas.

La edad de los perros, dicen, se cuenta por siete.

Con el tiempo, ambos, heridos de distancia, se fueron a vivir al barrio que hay detrás de las estrellas y cuenta la leyenda que Micky todavía espera frente a la nube en la que vive Valentín a que salga de una vez por todas como hacía yo cuando esperaba a que Ale terminara de hacer no se qué y juntos nos íbamos, sin decirnos mucho y compartiendo auriculares y vida, escuchando a Calamaro en un walkman viejísimo.


...un barco frágil de papel, parece a veces la amistad,
pero jamás puede con él la más violenta tempestad.
Porque ése frágil barco de papel tiene aferrado a su timón,
por Capitán y timonel...un corazón...

ALBERTO CORTÉZ, a mis amigos


3 comentarios:

Marcelo (El Negro) dijo...

Narigón, como en este y en cada uno de los años desde que te conocí, cada 20 de julio me estaré acordando de vos. Ya no tengo la suerte de tenerte al lado mío (físicamente hablando, porque en mi corazón nunca vas a morir), pero leer de vez en cuando Ojos de Pez, me deja un toque de nostalgia, pero la alegría de sentirte un poco más cerca. Te quiero hermano.

TURKITO dijo...

QUE HACES NEGRITO....FELIZ DIA PARA VOS Y TAMBIEN PARA VOS VERNY...TE ACORDAS LOKO , PENSAR QUE TE IBA A ESPERAR EN EL TABLERO ELCTRONICO DEL GASHINERO, ASI TE CONOCI PELOTUDO , TE QUIERO UN MONTON , CUIDATE MUCHO, ABRAZOS

Unknown dijo...

Pelado
Debo admitir que tu prosa, auque sigue siendo bohemia y arrabalera, algo que hay que aceptar como tu buena manera de decir las cosas, no deja de asombrarme lo negro de tu prosa.
Espero que sólo sea prosa y nada más. Que hoy, con tus logros que no son pocos, no te despiertes ni te acuestes con esa mala "amiga" que es la depresión. Si me equivoco, no te olvides que los amigos no somos ajenos a lo que te pasa y puedas apoyarte en nosotros que aunque no podamos estar siempre a tu lado, te llevamos en un lugar reservado de nuestro cuore. Llamame y nos juntamos para que me mires y saber que te está sacudiendo esa alma bohemis.
Un abrazo y un beso.
Tu amigo, Angel