PERDÓN POR LA MOLESTIA Y GRACIAS POR EL TRAGO

PALABRAS:
PERDÓN POR LA MOLESTIA Y GRACIAS POR EL TRAGO. - Cristian Lagiglia

MÙSICA:

FOR NO ONE
(Lennon-McCartney - The Beatles)
Versiòn acùstica 2009 (Hernàn Pesce)



PERDÓN POR LA MOLESTIA Y GRACIAS POR EL TRAGO

Hay preguntas que no deberían ser formuladas, mucho menos contestadas y menos que menos pensadas.

Son preguntas, tienen vida propia, no necesitan ni de respuestas ni de un pensamiento para existir.

Hay miedos que no deberían ser enfrentados porque para eso son miedos.

Para que nos acechen, para que nos perturben, para que nos paralicen, para que nos mantengan alerta cuando vamos por la vida con la sonrisa autosuficiente que tiene el que cruza la calle del destino cuando el semáforo se lo permite.

¿Y si ése auto no frenaba?, ¿y si la rama no detenía su caída en los cables del teléfono?, ¿y si nunca hubiera amado?Preguntas que un hombre no debería hacerse y mucho menos deberían hacerle (los que van extraviados pensando que van por el camino correcto) a un tipo simple que se ha acodado en la barra de un bar, no a tomar, si no, a pensar.

En cada rincón de la ciudad el paisaje nos muestra dúos, parejas, binomios de personas que se juntan como se aparean las hojas a causa del viento.

Los veo y automáticamente descubro (por sus caras) cuál es el que molesta y cuál es el molestado.

Tenemos (los humanos, digo) la insana costumbre de creernos vivos y de detectar la oportunidad de reírnos del que se tropieza, de burlarnos del que se vuelca un vaso de vino encima, de acercarnos a menoscabar la inteligencia del que parece estar borracho.

Y ahí viene él, brillante por dónde se lo mire.

Le brillan el llavero, el cinturón y los dientes (no fuma y usa hilo dental).

Ahí viene él.

Camisa Legacy rosa, prolija y patéticamente dentro del pantalón y zapatos náuticos de doscientos mangos.

Se levanta de su mesa light, con bebidas light, amigos light y conversación light.

Acaba de descubrir la oportunidad de molestar a este tipo que parece borracho (¿lo estará?) y que está nadando en el mar de queso de sus pensamientos.

Antes de llegar a mi encuentro, mira con picardía hacia su mesa y larga una risita cínica, tipo Patam.

Su presa está desguarnecida, atrapada entre dos fuegos, el de la pronta burla y el de los pensamientos.

Se acerca sigiloso, prudente, destila confianza y amabilidad.

Ofrece pagar un trago.

Yo tengo un NO distinto para cada invitación, menos para un trago y si es gratis ni se discute.

Se acercan las bebidas de la mano de una guapísima moza y el sujeto empieza la charla con una conversación trivial, tanteando el terreno y mirando de reojo cada diez segundos hacia su mesa cómplice.

Lo dejo venir, me gustaría ser tan brillante como él (por lo de los dientes, digo) y extravío la mirada en el fondo del vaso como si ahí naufragaran las respuestas que no andaba buscando.

Ya sintió el olor a sangre, ya se está frotando las manos, ya se relame sus colmillos pensando que este pobre y aparente borracho, desaliñado y castigado por tantas lunas, está a punto de caer en sus fauces.

Imagino que cuando, al cabo de unos minutos, vuelva a su mesa y comente lo que habló con esta mente turbada de alcohol y soledad, las risas atronarán por todo el salón y la victoria estará consumada.

Respiro hondo y espero, desarmado, a que sus garras me destrocen, me acaricien (a veces es la misma sensación) y el sorbo se hace extremadamente largo.

Me mira de costado (nunca atacan de frente) y suelta la pregunta sabiendo de que me pegó en las patas traseras, sabiendo que me hizo dar de bruces en el pastizal, sabiendo que ya no voy a poder correr libre por mi mente, por mis propias preguntas, por mis propios miedos.

Me pregunta, con una sonrisa sobradora en sus comisuras, si sé lo que es el amor.

Una pregunta que tiene tantas respuestas posibles que al final no tiene ninguna.

Respiro hondo, cuento cuatro y largo el aire.

Él se siente triunfador, se siente un león y yo solo soy para él una simple presa, un simple borracho que tiene respuestas para todo.

Mirándolo de frente por primera vez, caigo en la trampa y contesto:

-“Amigo, para mi el amor es esa sirena varada en la orilla de la playa, al alcance de tu mano, de tus encantos y que cuando te estás acercando... se mete en el mar y te obliga a jugar en su terreno, te obliga a enfrentarte a tus miedos porque sabe que no sabés nadar y advierte tu ceguera, tu desidia.

Descuenta que te hundirás en aguas profundas para solo poderla rozar, te tienta a seguirla, se ofrece dispuesta y sensual y cuando ya estás a punto de tocarla, de besarla, de perderte en ella, te muestra que estás en el medio del océano, a años luz de la orilla de tus certidumbres.

Eso es el amor para mi, amigo, enfrentarte a la puta verdad de que es todo tu miedo y es ése mar en el que no hacés pié”.

Pagó educadamente los tragos, saludó con un ademán de cabeza y volvió a su mesa.

No hubo risas en el salón.

Amigo, hoy hemos sido dos los que molestan y hemos sido dos los molestados.

Hoy hiciste la pregunta que no tendrías que haber hecho y la que yo no tendría que haber contestado.

Hoy me has hecho recordar mi miedo y con tu propio miedo yo te he enfrentado.

Hay preguntas que no deberían hacerse y miedos que no deberían ser enfrentados.

Perdón por la molestia...y gracias por el trago.

4 comentarios:

mama dijo...

Perdon por la molestia y gracias por el trago .BUENISIMA ...cree que no lucir en pesos es no sentir te deja ropa de marca y buenos pepe.Pobre no? ....simple YO

Laura dijo...

Como siempre un deleite leer sus historias

Mariano R dijo...

A como estamos acostumbrados, exelente gracias.

Valeria dijo...

Increibleeee, guaaaaaaauuuuu.!!! sin palabras.!!! cuanto somos los que andamos por este mundo con el MIEDO AMAR...